Imagina que estas en una habitación oscura, al ingresar sólo tienes una linterna para decidir qué parte de la habitación alumbrar.  Sabes que hay más cosas dentro de esa habitación que no puedes ver, existen incluso estímulos como sonidos, olores, alcanzas a tocar algunas cosas y percibir su textura, pero para tener certeza sobre lo que hay en ella, sólo tienes la luz de la lámpara que te acompaña, esa lámpara es tu atención.

Así pasa en nuestra vida, pareciera que estás a merced de todos los estímulos y noticias de esta gran habitación donde todos vivimos: nuestro mundo. Sin embargo, la atención es esta gran capacidad que tienes para ayudarte a decidir en cuál parte te quieres enfocar.

Los estímulos incluso pueden ser interiores: tus pensamientos, emociones, sensaciones, etc. Tu atención también puede posarse en alguno de ellos, depende de donde alumbres será la experiencia de tu realidad.

Tu atención incluso puede detenerse en momentos del tiempo: pasado, presente o futuro. Puede enfocarse por ejemplo en un pasado donde todo era mejor, o reviviendo alguna situación difícil. También puede ubicarse en el futuro, ya sea para hacer planes o bien para imaginar un futuro no tan promisorio o amenazador.

El dirigir tu atención en cada tiempo también genera distintas emociones: nostalgia por un pasado que ya no está. Puede provocar ansiedad o temor si el futuro que imaginas no es tan alentador o esperanza si el futuro lo ves como algo que será mejor.

Mantener nuestra atención en diferentes momentos del tiempo nos sirve para ciertas funciones, por ejemplo, para recordar o resignificar lo vivido en el caso del pasado o bien para planear y soñar en el caso del futuro. Sin embargo, cuando pasamos la mayor parte del día sólo en el pasado o en el futuro podemos tener el riesgo de perdemos la vida en el ahora con toda su intensidad. Con ello vamos minando nuestros recursos como tiempo, enfoque, pensamiento, etc. para resolver lo que tenemos en este momento frente a nosotros.

Sabiendo la capacidad de tu atención te preguntarás ¿quién la dirige?: tu intención.

Tu intención dirige la dirección de la lámpara, decide a qué estímulo prestará su atención y en qué tiempo quiere estar. Parece fácil ¿no es cierto? Sin embargo, no siempre es así, muchas veces en el día estamos distraídos y simplemente cargamos nuestra lámpara sin darle dirección, viviendo otro momento distinto del presente.

Así que ¿en dónde sería más benéfico posar tu atención ahora? ¿en qué momento del tiempo? ¿En qué tipo de estímulo esta la fuerza de su luz?

Hoy te invito a utilizar estas dos capacidades y descubrir todo su potencial: la atención y la intención. Si en este momento estás en medio de una habitación observa ¿Hacia dónde se van tus pensamientos? ¿Qué estas observando? ¿Cómo te hace sentir eso que observas? Toma distancia para que puedas ajustar el haz de tu linterna ampliándolo o cerrándolo según lo necesites.

La vida sucede en el ahora, con todos sus matices, esta experiencia del momento presente tal y cómo es ya no volverá a pasar ¿cómo quieres aprovecharlo?, ¿hacia dónde quieres dirigir la linterna de tu atención?

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Escrito por: Graciela Cabello

Consultor Wisdenn

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